Érase una vez: Cuando decidí convertirme en jugador profesional

La última vez Isabelle Mercier recordó la época en que jugaba al póquer en una película. Ahora, retrocedemos en el tiempo para ver cómo empezó toda su carrera y decidió convertirse en jugadora profesional de póquer.

Mucha gente cree que mi carrera empezó cuando gané el WPT Ladies Night en 2004 en Los Ángeles.

Esta victoria es obviamente un hito importante en mi carrera y un impulso increíble, pero no es exactamente el punto de partida, la chispa que encendió el fuego sagrado en mí.

De hecho, fue dos años antes, en Ámsterdam, en el torneo anual Master Classic of Poker, cuando todo empezó y cuando supe que quería ser jugadora profesional.

Cómo empezó todo

Estamos en 2002. Por aquel entonces yo trabajaba como director en el Aviation Club de France (ACF), recientemente transformado en el Club Barrière Paris 104. Me encuentro en el Master Classics of Poker de Ámsterdam, en mi segundo «torneo de verdad».

Hay grandes nombres del póquer de la época, David «The Devilfish» Ulliott, Surinder Sunar, Marcel «The Flying Dutchman» Lüske, y Keith «The Camel» Hawkins.

En este grupo de tiburones, yo soy obviamente el simpático pez rubio que tiene sus cartas, pero que no va a jugar al agro. Y efectivamente, estoy en modo aseado y ha ocurrido lo que debe ocurrir en tal caso: Me pisotean literalmente.

Acabo con dos pobres fichas antes de la primera pausa. Llamo a Bruno Fitoussi, que me dio su entrada para este torneo de 800 euros. Le explico la situación y le pregunto ingenuamente si quiere pagarme un rebuy en este torneo.

Se echa a reír por teléfono, ni hablar. Mirando atrás, no darme un rebuy fue obviamente la mejor decisión. ¿Qué habría hecho yo con un stack nuevo? Seguramente lo mismo; me habrían pasado por encima una segunda vez.

El consejo que cambió el juego

Antes de volver a la mesa, me encuentro con mi amigo Paul Magriel «X-22», también presente en el torneo. Es un matemático genial, antiguo campeón del mundo de backgammon.

Me dice sin rodeos que mi juego es demasiado temeroso y que tengo que arriesgar más. Fue como una descarga eléctrica.

Pienso en lo que me acaba de decir durante un cuarto de segundo y me doy cuenta de que sí, es absurdo jugar tan ajustado, no arriesgar más, ¿qué podría pasarme peor que ser eliminado del torneo?

Asumir los riesgos para ganar

Nada. Estoy sentado en la mesa de póquer, todo va bien.

De vuelta a mi asiento, cambio radicalmente de marcha y me pongo en modo agro. Ya no tengo miedo.

Todos estos jugadores de la mesa, a los que conozco bien porque soy yo quien les atiende cuando vienen al ACF y que se ríen suavemente de mí, al menos de mi forma de jugar, al final no me impresionan.

Después de unos cuantos golpes, ¡funciona! Subo mi stack e, irónicamente, incluso me doy el lujo de expulsar a Paul Magriel del torneo con una buena pareja de doses. ¡Al menos pudo ver que le había escuchado!

La primera mesa final de mi carrera

Doce horas más tarde, estoy en la mesa final de Ámsterdam. Tengo más adrenalina que sangre en las venas. Estoy, por primera vez en mi vida, en una… ¡zona! Es una sensación increíble.

Voy a terminar segundo en este torneo por 53.697 euros, mi segunda fila en Hendon Mob que viene a pulverizar mi 33º puesto por 429 dólares de un torneo que había jugado un año antes en Viena.

Ya sentía que había aprendido más en un día que en toda mi vida de póquer. Puede que no ganara el torneo ese día, pero me llevé una cosa; a partir de esa noche, no quise hacer otra cosa que jugar al póquer.

Lo siento ACF, vamos a tener que discutir… Después de este torneo, mi vida no ha vuelto a ser la misma.

Empecé a jugar en línea de la mañana a la noche y poco a poco dejé mi trabajo, para dejarlo todo, vender todo lo que tenía y volar con mi maleta para viajar por el mundo con mi pasión: ¡jugar al póquer!

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Isabelle «No Mercy» Mercier

Ganadora del WPT